martes, 28 de octubre de 2008

E. Francisco Teodoro. -III-


-Prometo, para la próxima, contarte algo más de Selina y Lindaria, te dije la vez anterior. También que hablaríamos de mi doble Eugenio H.. Y, con motivo de las fiestas de la Salud, te recité unos versos que escribí en el año 1933 y que ilustré con un dibujo del El Tamborilero, rodeado de chiquillos, bailando el típico Viva Bartolo.-
-Está claro que deseas seguir hablando, ni siquiera has dejado que termine. Seguro que entre los lectores de hoy figuran muchos que nos leyeron ayer, pero habrá otros que no y que por eso no entiendan o que crean que no es cierto cuanto decimos aqui, o que piensen que me lo estoy inventando... porque no saben que aquí te has quedado para siempre o que creen que no estás entre nosotros, en tu casa, tu casa-museo, en tu barrio de Santa Catalina, en El Pilarito, y que sigues paseando por los alrededores de Fregenal, por la carretera de Higuera hasta la Huerta de las Madronas y hasta el Olivar de tía Laureana, más allá de El Pilón, el Olivar de la Cuesta de El Alamo y El Alicar...
-Sí que nos entenderán. Creo que está más que claro y que a buen entendedor... Permite antes de referirme a lo que te había prometido, que te cuente algo sobre los colores. Es lo que tengo siempre entre las manos y he leído últimamente que Delacroix tomaba al azar un color de su paleta -un matiz inefablemente violeta- arrojaba ese color en cualquier parte del lienzo, ya fuera para la mayor claridad como para la sombra más profunda, de suerte que de ese lodo conseguía sacar un color que resplandecía como la luz o se tornaba mudo como una profunda sombra.
-En los fondos de tus cuadros se pueden admirar claramente, y se adivinan por sus tonalidades, el alba en unos o los crepúsculos vespertinos en otros. ¿Qué me dices de los colores según los momentos del día?
-Hombre, qué voy a decirte, que me ilusionan los atardeceres cuando el sol se pone por la Sierra de San Cristobal y cuando -de tanto tirar del sol los portugueses- se esconde más adelante por por los llanos de Pedro-Gómez. Qué bellos los rosas diluidos en celestes y amarillos verdosos de estos cielos frexnenses. Y qué efectos más gratos, los de la luz, por las tardes, de cielo extraño morado y terroso, naranja a ramalazos, sobre el terreno con árboles verdinegros, casas blancas, tierras planas, con variedades... Y cómo se refleja por las mañanas, igual que en un espejo, el cielo con nubes rosas y azules en las tranquilas y serenas aguas de la Albuera... CONTINUARÁ

jueves, 16 de octubre de 2008

E. Francisco Teodoro II

Dibujo de La Danza de la Virgen de la Salud por Francisco Teodoro de Nertóbriga

Superviviente de sí mismo, el pintor de "La Danza de la Virgen de la Salud" me ha hecho confidencias a través de mi almohada. En su Estudio, Francisco Teodoro y yo con él. Y los cuadros, sus magníficos cuadros, en los que late el corazón de Extremadura, de la Extremadura, ¡verdadero manantial de universales recuerdos!.
-Qué bien en esta atmósfera tibia y tranquila del Estudio, le dije. Todo es extremeño en él, íntimo y limpio. Aquí, una mocita de ojos claros, luciendo la policromía de la saya rameada y el pañuuelo de sandía; En otro, una pareja que se mira a los ojos con casto e ingenuo amor campesino; y al fondo, la serena tranquilidad del campo extremeño.
-No hablaba Francisco Teodoro. Permanecía pintando en silencio, dando alguna que otra pincelada corta en la rama de encina que sostiene Laureana entre sus brazos. -Están vivas para siempre, continué, Encarnita y Remedios, Pilar, María, Pepa, Eulalia o Guadalupe... Esta tiene una rosa entre los dedos y esa otra, el pelo limpio y brillante, recogido en un gracioso moño en la nuca morena.
-Bueno, para ya de hablar y deja que te siga contando algo de mis modelos. "Las Pesetas", te seguiré hablando de Selina y Lindaria. Ambas son Pesetas, primas hermanas. El apodo Peseta lo lleva toda una numerosa familia de Fregenal, muy ramificada, procedente de un solo tronco: el tío Peseta a cuya viuda conocí en fase de panadera, Podría ser el tío Peseta, que no ejerció la pligamia, origen de un gran pueblo, como lo fue Israel, Los Pesetatidas, conquistadores de naciones, ¿por qué no?. Selina es hija de Milgracias, gran modelo mía y Lindaria , de sonora,hermana de Milgracias a la que también hube de pintar varias veces. Selina es menos risueña y expresiva que su madre, aunque agraciada lo es bastante. Como mujer, sin embargo, paréceme superior a su madre, más ancheta que lo fue aquella, con más bellas y femeninas formas, algo así como una escultura de Mallol. Tiene un gran sentido del ritmo. Cuando se tiende, en los descansos, sobre el rojo y limpio suelo de mi estudio (por cierto que mi hermana Pilar, tu abuela, se enfada con razón cuando ensucian con restos de pipas y frutas) convida a coger el carboncillo para tomar nota de tan bellas actitudes, piernas y brazos al aire, juvenil y despreocupada. Un poco leona, Selina, tiene el entrecejo muy poblado de imperceptibles filamentos capilares; la nariz casi recta, respingado el casi graciosamente, ancha la faz y sus ojos claros miran curiosos a la vida; entreabierta la boca y desdeñosa.
-¿Y Lindaria?, De Selina ya me has contado bastante.
-Ah, Lindaria. Lindaria es menos femenina que su madre Sonora mas, como ésta, canta muy bien. Es alta y tiene muy bellos ojos verdes (esto ya te lo dije la otra vez). Quizá es más inteligenteque su prima, por lo menos más dominante y ejerce sobre ella evidente dominio e influencia, no sé si también por ser algo mayor que aquella. Tiene, como digo, muy buena voz, cuyo delicado timbre compensa el excesivo crecimiento de sus pies y sus bruscos modales. La característica racial de los Pesetátidas, a pesar de las mezclas, es de un cierto sabor germánico.
-Creo que nos estamos alargando demasiado. Podemos seguir otro día, porque sabemos donde encontrarte, ya que no te has ido. Estás aquí entre nosotros, en tu casa, tu casa-museo, en tu barrio de Santa Catalina, en El Pilarito y en tu pueblo, porque en tu pueblo -que como tú dices quizá sea tuyo más de nadie- te has quedado para siempre. Y no te irás... y también se quedarán los pájaros cantando.
-Bueno, esta vez voy a terminar yo. Prometo para la próxima cont arte algo más de Selina y Lindaria. Y hablaremos también de mi doble Eugenio H. Martinez. Y ahora, con motivo de las Fiestas de la Virgen de la Salud, voy a recitarte estos versos que escribí en el año de 1933 y que ilustré con un dibujo de El Tamborilero, rodeado de chiquillos, bailando el típico "Viva Bartolo".
EL TAMBORIL: El rapaz al pueblo vuelve - cuando al padre vio venir - asomado por el puerto - para relevarle al fin - Para danzar una danza - al pueblo quiere partir - que las fiestas de la Virgen - va anunciando el tamboril. En los jazmines celestes - ya brotó el primer jazmín - y la luciérnaga alumbra -- su casa con un candil - Óyese en la lejanía - los ladridos de un mastín - sereno de los pastores - guardacostas del redil. Toma niña este ramito - de albahaca y toronjil - atado con juncia verde - para trasértelo a ti. Antes de llegar al pueblo - se calla para inquirir - por qué barrio va sonando - la flauta y el tamboril. Por el barrio de Santana - oye tocar y bullir - y el chiquillo ijadeando - encamínase hacia allí. Un enjambre de amorcillos - el hueco corcho al oir - se apiña volando y zumba - con loquillo frenesí. Alrededor de aquel fauno - que el sonoro tamboril - toca, tocando la flauta - sin dejar de sonreir.-

miércoles, 15 de octubre de 2008

Soneto a Rosarito en los cuadros de su padre.-

Rosarito en las ruinas de Nertóbriga por Francisco Teodoro.

Este soneto a Rosarito lo escribió mi padre en el año 1952. Un soneto a su prima Rosario. Eran primos mi padre y Rosarito, primos hermanos, como también lo fueron mis tíos María, Antonio y Feliciano de Silba el grande.
A todos ellos, a los cinco ya fallecidos, devotos fieles, durante toda su vida, de Ntra. Sra. la Santísima Virgen de los Remedios, dedico hoy en estas lineas mi recuerdo.
Cuando Rosarito contaba ocho meses ya le hizo su padre el primer retrato. Su padre, Francisco Teodoro, el pintor de Extremadura y "uno de los más vigorosos talentos del arte español del siglo XX" (Lafuente Ferrari). Francisco Teodoro que había pintado a Encarnilla, Remedios, Pilar, María, Eulalia o Guadalupe sosteniendo una rosa entre los dedos o sonriendo desde la ventana ideal de sus lienzos. Francisco Teodoro que había esculpido la belleza en piedra y había fijado en lienzos la luz y el aire, los asombrados ojos de los niños, la emoción de unos novios... y la hermosura de su hija Rosarito en muy diversas circunstancias: "Rosarito con lazo", "Rosarito con pluma", "... haciendo punto", "... leyendo la Esfera", "... con fondo de Huelva", "... y las ruinas de Nertóbriga", "...desviando con un espejo un rayo de luz", "... rezando". En más de una veintena de cuadros, Rosarito; Rosario H. que, como alguien ha dicho, pasa a la posteridad con su eterna belleza y juventud, como fueron llevadas a la inmortalidad Monna Lisa por Leonardo, Juana Pacheco por Velázquez, Isabel Brandt por Rubens y Cayetana de Alba por Goya. Rosarito, modelo predilecto de su padre, la hija amada que compartió con él , paso a paso, su juventud y todas sus ilusiones...

Tú, figura de historia y de poesía,
Rosarito, tu nombre ya del Arte
de la Historia española, forma parte
en obras vivas de genial maestría.

Tú sabes que mañana, en claro día,
los poetas futuros, dedicarte
sus sonetos podrán, y contemplarte
en lienzos de famosa nombradía.

Envuelta tu figura en leve brisa
late y respira para siempre en calma;
por gracia del pincel tus labios rojos

han inmortalizado su sonrisa;
eterna la mirada de tus ojos,
y los sueños dorados de tu alma.

martes, 14 de octubre de 2008

Eugenio Francisco Teodoro I

La niña del plato azul. Copia de E. Francisco Teodoro por Gregorio Valle.

Diríase que se nos fue hace siglos ese que se nos murió ayer, no más, y aquel que se nos murió hace siglos se nos fue no más ayer. Con esta cita de Unamuno comienza un libro, del que es autor Juan de la Encina, titulado "Van Gogh, historia de un alma en pena"
Me viene a la memoria la figura de mi tío E. Francisco Teodoro de... que murió en el año 1963, no más ayer. Tenía yo entonces 14 años y parece que fue ayer, no más. Ahora tengo 59 y recuerdo que el verano de 1962, el último de su vida entre nosotros, pintaba F. Teodoro el cuadro "Muchacha con rama de encina", cuadro catalogado como último salido de sus pinceles.
Hoy, superviviente de sí mismo, el pintor de "La niña del plato azul", en su plenitud y muy lejos de la muerte, aparece en mi vida. Estamos en el Estudio y llama la atención a la modelo que se distrae fácilmente, cambiando de postura, sin atender los requerimientos de sus ojos y manos que, ágiles y ligeras, llevan el pincel sobre la tela como un relámpago, con una pincelada que dibuja y a la vez hace resplandecer una mancha de color fresca y jugosa.
-Te contaré algo sobre mis modelos. He pintado desde las abuelas a las nietas, en esta mi prolongada vida de pintor: tres generaciones de muchachas, lo menos. Te voy a presentar a Selina y Lindaria. Pero mientras, no me distraigas, iré dando alguna que otra pincelada corta en la rama de encina, ahora que se ha ido Laureana.
-De acuerdo y, si te parece, después daremos un paseo por calles y callejas a los campos circunvecinos, subiremos la cuesta de Las Madronas y, desde tu huerta, al lado de la de Jacinto, vamos a contemplar panorámicamente el pueblo.
-Selina y Lindaria, "Pesetas" las dos. Dos Pesetas que si bien no han subido de valor, tampoco han bajado, como nuestra divisa siguen acuñadas en plata. Selina es menos risueña que su madre. Tengo la sospecha ¡ay! de que si es menos risueña, es debido a verse frente a un viejo como yo, porque una vez la oí decir con referencia a mi cuñado Valle, tu abuelo José, ¡un viejo impone mucho!. Es un extremo que yo ignoraba... pero ahora caigo en que la alegría y la risa huyen de los viejos. Lindaria no es tampoco superior a su madre. Es alta, despreciadora de femeninas delicadezas, aplástase los senos como una monja y hace temer un crecimiento que la haga más hombruna. Va mucho al campo, por lo que a veces tiene el color de dorado cobre; y aunque su padre, al que yo llamo Polifemo, es tuerto, tiene Lindaria muy bellos ojos verdes, cuyas miradas parecen tener en ocasiones un cierto matiz de malignidad.
-Como modelos, ¿tienen paciencia y aguantan, sin moverse, el tiempo necesario?. La verdad es que no es fácil posar y ser pintado, con el tiempo que exige un retrato, poco a poco, lentamente...
-A Selina dejé de pintarla por inquieta. Era un verdadero encanto, rubia como un sol naciente, alegre y vivaracha, pero inquieta en demasía. No había modo de conseguir, no ya que se estuviese quieta, mas ni que permaneciera en el mismo sitio. Corría por Estudio y para cada pincelada había que esperar a que volviese. Así y todo la pinté en tres cuadritos, en uno de ellos con su amiga Nemesia, una niña muy distinta racialmente, de tez moreno mate, con bellos y penetrantes ojos negros.
-¿Por qué tantas figuras, retratos y más retratos?, ¿No hay más motivo en la Naturaleza que la figura humana?
-En la Naturaleza está latente todo cuanto el pintor puede imaginar. Ella es la gran sugeridora. Puedo decir que yo nací pintor y, muy niño, miraba embelesado los maravillosos cielos de este pueblo mío -que siento mío más que de nadie, y yo suyo más que nadie de él-. Y captaba la luz que es un polvo dorado en suspensión que se posa con delicadeza en la rama de un árbol, en una nube o en la mejilla de una muchacha. Cómo, desde el rincón de una calleja, llena de sombra y reverberación, miraba los colores y salía al campo, donde el sol inunda las mañanas con una corriente de luz clara y tibia. Todo cuanto el pintor pueda imaginar se encuentra en la Naturaleza. Qué interesante estudiar el color y expresar el amor de dos enamorados, por la unión de los complementarios y la vibración misteriosa de los tonos aproximados, o expresar el pensamiento de una cabeza por el resplandor en la frente de un tono claro sobre un fondo oscuro, o expresar la esperanza con un punto luminoso.
Claro está que F. Teodoro pinta todo y de todo, pero entiende como lo más exquisito del arte, el retrato de la mujer y los niños. También el hombre. Y manifiesta que no solo le interesa la hermosura exterior. Necesita trascender de ella y llegar por el color mismo, tomándolo como lenguaje, a lo espiritual, a la magia de la emoción humana.

lunes, 13 de octubre de 2008

La Lectura y el lector.-

Copia de Francisco Teodoro por Gregorio Valle.

Leer o no leer. Leer saltándonos páginas o leer hoja tras hoja, sin aliento, hasta la última.Leer sin terminar o terminarlo todo. Leer y releer. Leer cualquier cosa y en cualquier sitio. Hojear simplemente...
¿Se debe leer aprisa o despacio?, ¿De un tirón o poco a poco y por partes?
Todo esto depende del lector, de sus cualidades visuales, de su poder de atención, del tiempo de que dispone... y de lo que lee, de la clase, de la importancia o del atractivo del libro que tenga en sus manos. Una obra de filosofía no se lee como una novela.
De cierto bibliotecario florentino se ha dicho que tenía su manera particular de leer, o más bien de devorar los libros. Ante una obra nueva examinaba el título, después la última página; recorría rapidamente los prefacios, dedicatorias, índices; daba una mirada a cada de una de las divisiones principales y con esto había visto bastante para estar en disposición de dar cuenta no solamente de lo que contenía el libro, sino hasta de las fuentes a que había recurrido el autor.
La obligación del maestro de enseñar a leer es tan antigua como la misma profesión de maestro. Tanto es así que el nombre oficial dado a los maestros de primera enseñanza en los títulos que expidieron los "examinadores del Real Consejo de Castilla" desde el año 1573, fue el de "Maestros del Nobilísimo Arte de Leer, Escribir y Contar".
Ninguna carrera profesional, excepto la del Magisterio, tiene en su programa de estudios el ejercicio de la lectura y la obligación de enseñar a leer. Somos, pues, los maestros, por virtud de una tradición no interrumpida y por ministerio de la ley, los más legítimos depositarios de los tesoros de la lectura. Y debemos cultivar el Arte de leer en una sociedad en donde las ofertas tecnológicas más variadas atraen la atención de los pequeños. Y en donde, cada vez resulta más complejo seducir la fantasía de los niños a través de la lectura. No obstante hay que seguir aficionando a los libros, no presentándolos como rivales de los juegos de ordenador, de los DVD o de todos los nuevos productos que nos puedan ofrecer las más modernas tecnologías de la comunicación y la información. Al contrario, pueden convivir. Eso sí, necesitamos que el libro encuentre su espacio entre las inquietudes de niños y jóvenes. Para ello la Escuela ha de facilitar el acceso a los libros realizando tareas de animación a la lectura con rigor y profesionalidad. Y junto con la acción educativa pueden contribuir los ayuntamientos con sus bibliotecas públicas y sus propias campañas. Los medios de comunicación social pueden prestigiar el libro con campañas de publicidad y programas en los que el libro sea el verdadero protagonista.

Gregorio Valle

Estalagmita. Copia de E. Francisco Teodoro por Gregorio Valle.

Me presenta en el blog que comienzo hoy 13 de octubre de 2008, Cayetano Acevedo, crítico de arte, experto, amante y gran conocedor de la vida y obra de E. Francisco Teodoro:

"Y Fregenal. Atmósfera luminosa. Diluida materia, trazos breves, emocionadas visiones de Cumbres, de Aracena, de Fregenal. Profundos, verdaderos, encuentros con la naturaleza: los animales, el paisaje, el cielo, el campo, los canarios, las palomas.
En estos espacios descubrimos a Gregorio Valle reinventando constantemente a E. Francisco T., empujado por una fuerza interior hacia un entramado de representaciones formales (copias) que pueden ser el embrión de un pintor distinto.
En medio de estas circunstancias Gregorio Valle quizás se siente obligado, de manera inconsciente, a componer, a través de las figuras de E. F. Teodoro, su propia identidad de artista. Con ellas participa desde hace años en exposiciones colectivas dentro y fuera de Fregenal. Con ellas sorprende a sus familiares, amigos y conocidos algunos de los cuales presumen de tener en el salón de casa “E. F. Teodoro, versión Gregorio Valle”. Y también a sus compañeros del Colegio San Francisco donde, en colaboración con Mª Ángeles Carmona.se muestra en la entrada del centro una copia, reaizada por ambos, de La Juma la Rifa y sus amigas. Así como un paisaje de Fregenal con las torres de Santa María, expuesto en el vestíbulo del colegio, que pintó con motivo del Centenario de la Coronación de la Virgen.
Y, sin embargo, se siente acechado, desorientado, turbado, intranquilo, en un mundo poshumano donde cree que se han perdido todas las referencias que modelaron su personalidad, sencilla y compleja a la vez, de maestro que enseña de día y pinta de madrugada, de noche. Que esconde en cada uno de los trazos de los colores que emplea un mensaje con lectura propia.
Su creación, aquí y ahora: ESTALAGMITA (Copia de E. Francisco), alejada de toda complacencia, se compone de un conjunto de laberintos interiores y paisajes pluridimensionales que se prestan a todo tipo de interpretación.
Porque, sin duda, Gregorio Valle desea de una manera rotunda que el color sea un elemento preliminar en su construcción artística, a pesar de no estar dentro de la corriente del color por el color. El colorido con que impregna sus cuadros es alegre, brillante, intenso, con una variedad de texturas que confiere a la escena un aire musical y un misterio de sentimientos y sensaciones, de códigos y valores, de estados de ánimo y situaciones.
Gregorio Valle no trata de ser excepcional, no busca la individualidad tan común en estos tiempos, se zambulle en la tradición por la vocación de un sueño que no es sino el de la pintura reinventada, a su alcance la obra de E. F. T., de la que, en un convulso acto creativo, trata de expandir sus límites".
Cayetano Acevedo.